GRACIAS POR TU ESPÍRITU QUE NOS PERMITE CAMINAR EN UNIDAD, SEÑOR


El Señor no aparta sus ojos de los justos; sus oídos están siempre atentos a su clamor. (Salmo 34:15)

Por tanto, recíbanse unos a otros, como también Cristo nos recibió, para la gloria de Dios. (Romanos 15:7)

Saludamos hoy con beneplácito, Señor, todas las iniciativas por promover la unidad en tu pueblo, nos unimos en oración a las hermanas y a los hermanos que en cada rincón del mundo viven por fe en ti, gozosos anunciando el Evangelio de amor, viviendo por tu gracia y con actitud compasiva.  Te damos gracias, Padre bueno, por tu amor maternal, que inspira en nosotros el deseo de trabajar para tu Reino, tejiendo vínculos fraternos y sororiales, esforzándonos en la búsqueda de la justicia y la paz y la promoción de la reconciliación entre todas las criaturas y contigo.

Esta es una fecha histórica, en la que nuestra caminada da cuenta del obrar de tu Espíritu entre nosotros, al acogernos, recibirnos, tomarnos de la mano, para caminar juntos con el impulso que nos imprimes: no permitas que desfallezcamos ante los obstáculos que se puedan presentar; ayúdanos a ser fieles a tu voluntad y al mandato supremo de amarnos y entregarnos por ese amor en el servicio al prójimo, especialmente el necesitado, el desprotegido, el vulnerado, el maltratado, el excluido, el oprimido.

Hoy te decimos, Señor, que nos sentimos felices por ser tus hijas e hijos y por tener parte en la herencia de tu hijo Jesucristo, a quien seguimos e imitamos y por quien podemos gozar de la redención.  Te damos gracias con nuestra vida y nuestra fe hecha acción transformadora en el mundo, bendícenos hoy y siempre y llévanos hacia ti con la misma fuerza con que lo has creado y renovado todo.  Oramos plenos de esperanza, en el nombre de Cristo Jesús nuestro salvador.  Amén.

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Rev. Nelson Celis

UNA MIRADA DE LOS 500 AÑOS DE LA (S) REFORMA (S) PROTESTANTE (S) EN 500 PALABRAS


Con ocasión de la Conmemoración de los 500 años de las Reformas Protestantes y los 81 años de presencia misionera luterana en Colombia, compartimos este breve artículo del pastor Nelson Celis, quien por tres años nos ha acompañado como pastor de la Congregación San Pablo, liderando diversos proyectos de impacto social y comunitario (organización comunitaria basada en la fe, fortalecimiento de liderazgo eclesial, acompañamiento a familias en barrios deprimidos, agroecoteología, huertas urbanas, lectura popular de la Biblia, representación en espacios ecuménicos de paz y reconciliación) pero que, a partir de esta semana no nos acompañará más como pastor titular, pues ha decidido, como a modo de «año sabático» dedicar un tiempo al cuidado de su casa, pastoreando la primera comunidad que le fue confiada por el Señor, en tanto desempeña otras funciones eclesiales.

UNA MIRADA DE LOS 500 AÑOS DE LA (S) REFORMA (S) PROTESTANTE (S) EN 500 PALABRAS

Por el Rev. Nelson Fernando Celis Ángel[1], pastor Iglesia Evangélica Luterana de Colombia

Aquello que el mundo consideró por mucho tiempo como una fractura de la cristiandad, se constituyó en el estímulo principal para reencausar la iglesia.  Al motivar -hace 500 años-, el debate sobre sus “95 tesis” acerca del valor de las indulgencias, Martín Lutero, fraile agustino alemán, despierta el espíritu reflexivo de una iglesia que, no sentía un fuerte remezón desde el siglo XI, tras el “Cisma de Oriente”.  Pero no son sólo las “95 tesis”, las responsables de desencadenar los movimientos reformadores, el caldo de cultivo estaba dado para que el siglo XVI se convirtiera en el “Siglo de Oro” de la transformación de la iglesia y su impacto en Occidente: el aporte de los pre-reformadores (Francisco de Asís, Valdo, Wycliffe, Hus, Savonarola), el comienzo de la Modernidad (humanismo, Renacimiento), los excesos de un papa que no daba testimonio de Cristo, y una iglesia que, al seguirle ciegamente, vivía su propia ignorancia, alejándose de la auténtica fe, el desgaste de las guerras que por siglos venían padeciendo los pueblos europeos, la expansión del mundo conocido y con esto la ampliación de la perspectiva del ser humano, son también insumos para que el escenario germano terminara reflejando al mundo la necesidad de hacer ajustes, no sólo en temas de fe, sino en aspectos como la política interna de los territorios, las relaciones comerciales y, en general, el cambio de la composición y mapa que la historia estaba diseñando.

Lutero y Las Reformas protestantes, reflejadas en los diversos movimientos que, tras el auge del pensamiento luterano surgen en Europa, así como bases doctrinales como la Confesión de Augsburgo (1530), son los alicientes de un mundo que comenzaba a dejar de lado su timidez reflexiva y racionalista, para dar paso con carácter a las nuevas fuerzas que habrían de regirlo, o por lo menos, redireccionarlo.  La era de los absolutismos comenzaba a desvanecerse, y una humanidad comprometida con su proyecto histórico, emergía, con la convicción de sacar al mundo de la oscuridad y llevarlo a la Luz.  La América recién conocida, colonizada, y “bautizada” por fuerza, no fue ajena al movimiento o movimientos reformadores y su impacto, incluso en Colombia, tuvo la fuerza suficiente para generar frescas reflexiones, ejercicios dialogales entre saberes, pero ante todo el redescubrimiento de una fe, que enseñada a medias y por la fuerza, no generaba buenos frutos, pero que con el espíritu de las y los reformadores, se hacía transparente, apetecible, saludable para la cristiandad.

Conmemorar 500 años de este despertar, puede servir como pretexto e impulso, para que todas las miradas que surgen del amor a Cristo y su seguimiento, confluyan en el reconocimiento mutuo como hijos e hijas de Dios, en medio de su valiosa diversidad, en ejercicios de reconciliación que conlleven comunión, pero ante todo, en el amor proclamado en el Evangelio que permita superar divisiones y caminar juntos en el testimonio y servicio del Reino, dando vida al deseo / mandato del Señor: “…que todos sean uno… para que el mundo crea…” Juan 17:21

[1] Pastor de la Congregación San Pablo (Tunjuelito), Especialista en infancia cultura y desarrollo, licenciado en teología, filósofo.

El artículo apareció publicado en la revista cristiana La Fe Activa (ISSN 2027-2707), Año 9/2017, Número 17.  Bogotá, Colombia. Página 23.

DE TI RECIBIMOS MÁS DE LO QUE MERECEMOS, SEÑOR


Multiplicaré en ustedes el número de hombres y del ganado, y éstos serán multiplicados y crecerán. Haré que vuelvan a vivir como en el pasado, y los trataré mejor que antes. Así sabrán que yo soy el Señor. (Ezequiel 36:11)

El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Romanos 8:32)

Bondadoso Padre, por tu maternal amor hemos recibido más de lo que somos capaces de reconocer y gozar, y en nuestra necedad hemos despreciado las innumerables muestras de tu amor.  La humanidad que se ha apartado de ti, Señor, aún no comprende el alcance de su distanciamiento y el mal que ha provocado por no guardar tus preceptos.  Mas en tu gran misericordia no cesas de hacernos presentes tus bendiciones y nos sigues colmando de tu gracia para vivir a plenitud.  Lejos de ti, Señor, el daño que causamos es inmedible, la corrupción que provocamos es devastadora: no permitas, buen Dios, que la humanidad se siga distanciando de ti, pues fuera de ti no tenemos salvación; ayúdanos a ser sensatos para obrar siempre el bien y, haciendo uso de los valiosos dones que nos otorgas te sirvamos con fidelidad, dando testimonio al mundo del camino mejor a seguir, de la esperanza que nos mueve, del amor que inmerecidamente recibimos de ti, del Evangelio de vida de tu Hijo Jesucristo, a quien buscamos seguir e imitar y por medio de quien nos dirigimos a ti, Padre, Madre de bondad.  Amén.

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Rev. Nelson Celis

SOMOS HIJOS E HIJAS DE LA LUZ: ¡TUS HIJOS E HIJAS, SEÑOR!


Vengan, caminemos a la luz del Señor. (Isaías 2:5)

Todos ustedes son hijos de la luz e hijos del día. No somos de la noche ni de la oscuridad. (1 Tesalonicenses 5:5)

Señor, Dios que iluminas nuestra vida y nos haces luz para disipar las tinieblas del mundo, mantén en nosotros la fuerza que nos imprimes por tu Espíritu, para que no olvidemos nuestra filiación y compromiso misionero, nuestra original naturaleza y la compasión con la que debemos ver la creación sufriente.  El mundo es el escenario en el que debemos actuar, pero como hijas e hijos tuyos, no podemos pasar sin dejar huella, sin transformarlo todo, sin dar cuenta del amor y la gracia con que nos colmas.  Nuestro testimonio es vivir conforme a tu voluntad, anunciar buenas nuevas de salvación, animar la esperanza en los corazones desolados: queremos ser fieles a este modo de ser en el mundo, de coexistir con todas las criaturas, de ser parte de un perfecto cosmos que has creado, Señor, y que nos invitas a descubrir, a nombrar, a preservar y contemplar.

Sea tu paz en nosotros tus hijas e hijos, servidores del Reino, hermanos y discípulos de tu Hijo Jesucristo, herederos gracias a Él y junto con Él de los bienes celestiales que nos tienes dispuestos y, en completa coherencia, vivamos como seres de luz que se irradia y comparte, que se potencia y vence, gracias a ti, el mal del mundo.  Puestos en tus manos, y movidos por tu fuerza, en tu santo nombre oramos.  Amén.

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Rev. Nelson Celis

ESPERAMOS SE MANIFIESTE SIEMPRE TU JUSTICIA, SEÑOR


El Señor ha dicho: Practiquen la justicia y ejecuten el derecho. Ya se acerca mi salvación; mi justicia pronto va a manifestarse. (Isaías 56:1)

No busque cada uno su propio interés, sino cada cual también el de los demás. (Filipenses 2:4)

Amado Señor, estamos convencidos de que sólo de ti proviene la verdadera justicia y por ello queremos aprenderla para ponerla en práctica, queremos tener tu mirada para evitar los prejuicios y ser incluyentes y acoger con corazón dispuesto a quien requiere de ti, de tu palabra consoladora, de la buena nueva que nos has enviado a compartir.

En un tiempo en el que la insensibilidad ante el dolor del otro, la apatía frente a la posibilidad de renovación del mundo y la falta de compasión, son características, queremos ser diferentes, caminar por tus sendas de amor y éste expresado en servicio.  Ayúdanos Señor a no juzgar como lo hace el mundo, a ser imagen y semejanza tuya en todo cuanto hacemos, decimos, pensamos y a comprometernos con el trabajo del Reino al que nos has llamado.  Llénanos de ti Señor para que por medio de tu Espíritu participemos adecuadamente de la misión que nos encomendó tu Hijo, y en tanto Él vuelve, la creación toda vuelva su corazón hacia ti y te alabe de palabra y de hecho, con la boca y el corazón.

Somos tuyos, Señor, haznos verdaderos hijos e hijas, coherederos del Reino, hermanos y discípulos fieles de quien por nosotros entregó su vida en la cruz y con su resurrección nos garantizó la salvación, Jesucristo, nuestro maestro y Señor.  Amén.

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Rev. Nelson Celis

FIRME NUESTRA ESPERANZA EN TI, SEÑOR, DIOS FIEL


Establecer prioridades para un cristiano, no debe resultar dificultoso, pues para quien ha aceptado la redención del Señor, Él está siempre en primer lugar, Él es la prioridad.   Si al levantarme en la mañana, mi primer pensamiento está puesto en Dios, y durante la jornada, todos mis esfuerzos son puestos en sus manos, y si al acostarme descanso en Él, todo en mi vida fluirá como en un manantial de aguas cristalinas.

Primero el Señor, nuestro Dios, y Él presente en todo.  Cuando voy de camino y veo el entorno, la realidad de los escenarios que transito y en mi pensamiento está Dios, mi corazón palpita compasivo, mi ser se siente conectado con esta realidad y mis manos están prestas a servir: el Señor me ha moldeado, mi vida Él ha renovado.   Ya no veo más con los ojos del mundo, sino con la especial mirada de Cristo, teniéndolo presente todo el tiempo en mi vida, doy testimonio de Él al obrar a su modo.

Mi vida no será más presa del egoísmo, del mal actuar, no albergará mi corazón sentimientos y emociones destructivas, sino que todo de mí exhalará compasión, amor, bondad, paz… mi mirada traerá esperanza a mi prójimo, la calidez de mi sonrisa será aliento y motivación para otros, la presencia de Dios en mi vida se sentirá por doquiera que vaya.  No es difícil ser testigo de Cristo, si le dejamos obrar en nuestra vida y permitimos al Espíritu Santo ser nuestro guía.

El mundo demanda una nueva generación de seres humanos, hijos e hijas de Dios, dispuestos a transformarlo todo y hacer visible el Reino de los Cielos, aquí en la tierra, la vida eterna, hoy, la salvación del Señor, presente en nosotros y el amor de Dios, siempre actuante, vigente y derramado en abundancia como su gracia.

Tú no eres uno más en el mundo, ni un dato estadístico, ni un registro en la nómina: eres criatura perfecta del Señor, servidor, servidora del Reino, testigo del Evangelio, imagen y semejanza de Dios.  ¿Lo crees? Entonces vive así, en coherencia con tu naturaleza y haz la obra para la cual el Señor te llamó: pues Él es el primero y será el mismo hasta el fin.

Amado Señor te damos gracias por permitirnos priorizar en nuestra vida tu presencia y el servicio a tu reino.  Te damos gracias por la obra redentora que has realizado con la humanidad y por la gracia de la que nos llenas, Señor, y ese amor que nos permite también amar.  Gracias Señor, porque consideramos que nuestro corazón compasivo vinculado a tu corazón de Padre, de Madre, nos permite servir al otro, a aquél que lo necesita y hacer todas las cosas de modo mejor, hacerlas siempre bien, como para ti.  Gracias Señor, por nuestra vida, la vida de nuestros seres amados y por el universo pleno que nos rodea.  Gracias por hacernos preservadores y mayordomos de esta tierra que nos has concedido para vivir nuestra vida plena y abundante.  Te pedimos, pues, Señor, que a lo largo de la semana, todo lo que hagamos, todas las obras que realicemos sean siempre motivadas por la fe que tú mismo nos has dado, por la gracia que nos concedes y buscando transformarlo y renovarlo todo, para que esta tierra sea la tierra prometida y este mundo en el que vivimos, realmente cohabitable con todos los ciudadanos y ciudadanas del Reino.  Nos ponemos en tus manos, Señor, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.  Amén.

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Rev. Nelson Celis

NOS ALEGRAMOS Y REGOCIJAMOS EN TI, SEÑOR


Ustedes se alegrarán y regocijarán siempre en lo que voy a crear. Estoy por crear una Jerusalén alegre y un pueblo gozoso. (Isaías 65:18)

¡Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso!  ¡Justos y verdaderos son tus caminos, Rey de las naciones! (Apocalipsis 15:3)

Gracias te damos, Señor, por cuanto haces cada día de nuestra vida por garantizar nuestro bienestar.  Gracias Señor, por el alimento que nos provees, el trabajo digno con el cual transformamos la sociedad y sostenemos nuestra familia; la cercanía de quienes nos estiman y se preocupan por nuestro bienestar y la fuerza que nos das para hacer de cada jornada una nueva oportunidad de gozarnos en tus dones; pero ante todo, estamos plenos de gratitud hacia ti, por la gracia con que nos ornas, para vivir como nuevas criaturas, en anticipo, como resucitados.

Hoy te pedimos Señor, que no seamos ajenos al servicio que esperas de nosotros en esta tierra, en medio de quienes sufren, que podamos ser buenos trabajadores de tu obra y dar así testimonio del amor que nos has tenido y de tu Espíritu que mora en nosotros.  Si decimos que somos tus hijos e hijas, pues lo somos, queremos vivir siempre poniéndolo en evidencia ante quienes esperan buenas nuevas e incluso ante quienes ya se han cansado de esperar.  Sabemos que siempre nos sorprendes con tu misericordioso actuar, Señor, y por ello te honramos y abrimos nuestro ser ante ti, para que apartes de nosotros lo que nos hace mal y nos lleves a sentir con tal poder tu presencia permanente en nuestra vida, esa fuerza que todo lo restaura y que nos mueve a continuar el camino.  Líbranos de los males del mundo y haznos tus testigos en todo tiempo y lugar, a ejemplo de Jesucristo, quien se ofrendó por nosotros, nos libró de la muerte y en cuyo nombre oramos.  Amén.

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Rev. Nelson Celis

NUESTRAS ACCIONES TE ENCOMENDAMOS, SEÑOR


Encomienda al Señor tus acciones, y tus pensamientos serán afirmados. (Proverbios 16:3)

Porque Dios es el que produce en ustedes lo mismo el querer como el hacer, por su buena voluntad. (Filipenses 2:13)

Señor, nos sentimos contentos de despertar este día y asumir todo lo que nos tienes preparado como parte de este viaje que llamamos vida.  Como hijas e hijos tuyos, nos sentimos seguros, pues nuestros proyectos están en tus manos, a ti encomendamos con total confianza nuestras acciones y te pedimos que afirmes nuestros pensamientos en concordancia con tu voluntad.  No hay desafío por complejo que resulte que no pueda ser asumido y superado con tu ayuda, por eso fuera de ti no encontraríamos camino, mas en ti es claro el sendero, y sabemos que nos lleva hacia donde debemos ir.

Te encomendamos Señor, que des luz a quienes aún no te conocen, que renueves la esperanza en quienes la han perdido y se han alejado de ti y que nos permitas ser instrumentos tuyos para el anuncio testimonial del Evangelio: ser en verdad tu imagen y semejanza y compartir tu amor con toda criatura, plenos de ti y de tu gracia, para honrar la obra redentora de tu Hijo Jesucristo en cuyo nombre oramos.  Amén.

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Rev. Nelson Celis

QUEREMOS HONRARTE CON NUESTRO TESTIMONIO, SEÑOR


El día en que Dios creó al hombre, lo hizo a su semejanza. Los creó hombre y mujer, y los bendijo. El día en que fueron creados les puso por nombre Adán [es decir humanos]. (Génesis 5:1-2)

Amémonos unos a otros con amor fraternal; respetemos y mostremos deferencia hacia los demás. (Romanos 12:10)

Bondadoso Señor, creador nuestro y de todo cuanto existe, nos has hecho semejantes a ti, para que honremos nuestro origen y mostrar tu rostro ante quienes se niegan a reconocerte.  Hoy te damos gracias por las características excepcionales que como humanos tenemos: la capacidad de recrear el mundo, de reflexionar sobre nuestra existencia, de calcular nuestros actos, la proyección que hacemos de nuestra vida, las relaciones que establecemos con otros humanos y con toda la creación, el impulso a amar y a servir a quienes lo necesitan, la voluntad que nos mueve a hacer cosas que superan los impulsos biológicos, y el deseo ferviente de mantenernos vinculados contigo, de sentir tu Espíritu actuando en nosotros, de compartirte nuestras preocupaciones y escuchar tu voz.

Nos duele que no siempre somos coherentes contigo, como hijos e hijas y permitimos que afloren características que no nos son propias, como el odio, la avaricia, la envidia, la mentira y tantas otras cosas que nos llevan a obrar mal y “renegar” de nuestro origen. Olvidamos tu mandato de amarnos y procurarnos siempre el bien y terminamos dañando a nuestros hermanos, causando dolor a otros, devastando y destruyendo lo que nos has confiado para ser cuidado y protegido.  Nos falta coherencia Señor, cuando decimos ser tus hijos y miramos a otros con recelo o fastidio; nos falta coherencia Señor, cuando decimos ser tus hijos y nos apropiamos de los que no nos pertenece incluso justificando nuestros actos en la corrupción de otros o en las necesidades propias; nos falta coherencia Señor, cuando decimos ser tus hijos y no amamos de verdad, pues no somos solidarios, no mostramos compasión, permitimos el delito y el pecado sin oponernos, justificamos conductas violentas, enseñamos el rencor, nos desquitamos de quienes nos han dañado y no somos capaces de perdonar y recibir perdón.  Tantas cosas hacemos que son contrarias a tu voluntad, a tu modo de ser, a tu amor.

Hoy queremos, Señor, dar adecuado testimonio de ti, sin avergonzarnos de ser tus hijos e hijas, de estar plenos de la gracia que nos has concedido, anhelamos ser reconocidos por otros, como dignos servidores del Reino, discípulos de tu Hijo Jesucristo, anunciadores de justicia, paz y reconciliación. Ayúdanos, por la fuerza de tu Espíritu, a ser verdaderos humanos, para que nuestro ejemplo lleve a quienes se habían apartado, de nuevo hacia ti y valga la pena en nuestra vida todo cuanto hagamos en tu nombre, así no habrá frustración y nos sentiremos plenos, firmes en la esperanza en tanto vuelve Aquél en cuyo nombre oramos ante ti, Jesucristo nuestro salvador.  Amén.

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Rev. Nelson Celis

QUEREMOS VIVIR ARRAIGADOS EN TI, SEÑOR


Muy grandes son tus obras, Señor, y muy profundos tus pensamientos. (Salmo 92:5)

Por tanto, vivan en el Señor Jesucristo de la manera que lo recibieron: arraigados y sobreedificados en él, confirmados en la fe y rebosantes de acciones de gracias, que es como fueron enseñados. (Colosenses 2:7)

¡Ay, Señor! Ver el estado de nuestro mundo nos acongoja: corrupción en quienes nos gobiernan y manejan nuestros recursos, homicidios sólo porque sí, masacres de inocentes para ocultar los “torcidos” que realizan los políticos, ignorancia en quienes eligen a estos políticos, verdades acomodadas, que no son más que mentiras; engaño, desencanto y frustración.  ¿Por qué Señor si tu obra ha sido hecha perfecta y buena y nosotros somos tu obra, imagen y semejanza tuya? Algo o mucho estamos haciendo mal, Señor y el habernos apartado de ti nos ha puesto en este escenario de pecado, que no es lo que en tu proyecto ideaste; mas sólo tú puedes sacarnos del abismo, sólo tú, puedes liberarnos del ciclo del mal que hemos generado, sólo tú puedes mantenernos firmes en la vida, por medio de la esperanza y la confianza en ti.  No nos cansamos de pedirte, ¡ayúdanos Señor!, pues el embrollo en el que nos metimos con nuestros actos y falta de amor, supera nuestra capacidad de resolverlo. ¡Ayúdanos Señor!, para que brille la verdad y se imponga tu voluntad antes que nuestros deseos.  ¡Ayúdanos Señor!, para que entendamos que tú eres el camino, la única opción, la vía a seguir y el guía, para superar la corrupción y el mal al que le hemos concedido tanto poder sobre nosotros.

Hoy no nos queda más que confiar plenamente en ti y, siguiendo tus preceptos, trabajar para el Reino que nos has manifestado, sabiendo que es por tu gracia que lo podemos hacer: sin tu misericordia, sin tu amor, sin tu Espíritu no podremos ver la vida abundante, buena, plena a la que nos quieres conducir, desde ahora y para siempre.  Ponemos nuestro empeño y compromiso, Señor, en hacer del mundo un lugar mejor y contribuir a la restauración de lo que hemos dañado, danos fuerza para hacerlo bien y convencer a otros de que sólo en ti es posible la vida verdadera.  Queremos caminar por tus sendas, oh Dios, en tus manos nos ponemos, en el nombre de Cristo Jesús, nuestro guía, maestro y Señor.  Amén.

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Rev. Nelson Celis

TÚ NOS CONOCES Y NOS AMAS, SEÑOR


¿Por qué menospreciaste la palabra del Señor, y actuaste mal delante de sus ojos? (2 Samuel 12:9a)

Pero el fundamento de Dios está firme, y tiene este sello: «El Señor conoce a los que son suyos»; y: «Que se aparte de la iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo.» (2 Timoteo 2:19)

Amado Señor, Dios nuestro, concédenos en este día la fortaleza para enfrentar las diversas situaciones que la vida nos presenta; haz que seamos dóciles ante tu voz que nos llama e invita a cumplir tu voluntad, pero que frente a las injusticias nuestra respuesta sea fuerte y contundente.  Queremos ser reconocidos como tus hijos, pero no sólo de nombre, sino por los actos que realizamos en coherencia con la fe que nos has dado y el Espíritu que nos acompaña.  El mundo desprecia a los que se oponen a sus valores, pero no nos importa ser despreciados si estamos dando testimonio de tu Hijo Jesucristo, Palabra encarnada y viva, Verdad absoluta, camino que conduce a ti, Padre.  Estamos cansados de la opresión del hombre por el hombre, de la maldad de algunos hacia tu creación y del menosprecio de los corazones corrompidos por la gracia que nos concedes.  Nuestra voz quiere ser la voz de quienes han sido acallados, nuestras manos quieren trabajar por los desvalidos, nuestra vida quiere ofrendarse por aquellos por los que nadie daría la vida, pues esos son los pobres de los que nos habla Cristo, a quienes escuchó, sanó, salvó y puso como ejemplo y cabeza en la procesión hacia la vida eterna.

Permite Señor, que seamos siempre coherentes como discípulos fieles del Maestro de vida y habiendo escuchado su voz y su mandato, pongamos por obra cuanto nos ha pedido, para ser llamados cristianos y serlo en realidad, ser reconocidos como sus amigos y, llevando nuestra cruz, caminar con Él, haciendo visible su Reino, reavivando la esperanza en su promesa y superando el miedo a la muerte, por Él vencida.

Hoy imploramos tu bendición, la recibimos y compartimos, tú que eres Padre, Hijo y Espíritu Santo.  Amén.

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Rev. Nelson Celis

CLAMAMOS A TI Y TÚ RESPONDES, SEÑOR


Y todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo, y entre ellos estará el remanente al cual el Señor ha llamado, porque en el monte de Sión y en Jerusalén habrá salvación, tal y como el Señor lo ha dicho. (Joel 2:32)

Así que pidan, y se les dará. Busquen, y encontrarán. Llamen, y se les abrirá. (Lucas 11:9)

Gracias te damos, Señor, por permitirnos gozar de un día más de vida, gracias por la luz del sol que nos recuerda, como una caricia, tu presencia permanente entre nosotros, gracias por los seres que nos rodean, por la compañía y cercanía de quienes nos aman y a quienes sin esperar nada a cambio, podemos amar.  Este es un día para reconocer que el ser tus hijas e hijos, dignidad inmerecida que nos has otorgado por medio de Jesucristo, conlleva vivir en coherencia con tus preceptos, ser como es tu Hijo y dar cuenta de la misericordia por la cual somos redimidos.  Nos das una herencia que no merecemos, pero que queremos recibir, con la confianza puesta en ti, sabiendo que sólo por tu gracia lograremos vivir conforme a tu voluntad.  Hemos invocado tu nombre, Señor, y nos has mirado con compasión, hemos llamado y has respondido superando nuestras expectativas.  Ayúdanos Padre a ser testigos de la fe, la esperanza y el amor, a mostrar tu rostro a quienes aún no te reconocen y a seguir sirviendo en tu Reino como coherederos dignos, dejando de lado lo que afecte nuestro vínculo contigo y procurando siempre los bienes mayores que de ti provienen.

El mundo que clama, espera respuesta ante su confusión, miedo y desolación y por ello tú nos envías a anunciar el Evangelio de Cristo, a ofrendar nuestra vida haciéndonos prójimo de quienes lo necesitan, a abrir caminos de esperanza donde otros sólo ven murallas, a promover unidad en medio de quienes viven en conflicto, a ser auténticos discípulos de Aquél que nos enseñó a ver los milagros de la cotidianidad, a tocar para sanar, a orar para ser fortalecidos, a ver en la cruz florecer la vida y a esperar con fe el cielo nuevo y la tierra nueva, mientras se trabaja con tesón para transformarlo todo con amor, en nombre de este Maestro que se ha entregado por nosotros, oramos ante ti, sabiendo que nos escuchas, y el Espíritu que nos dejó como compañero nos siga guiando y santificando, por Cristo Jesús. Amén.

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Rev. Nelson Celis

REFLEXIÓN PASTORAL SOBRE FILIPENSES 4:1-9


EPISTOLA DE SAN PABLO A LOS FILIPENSES 4:1-9

 Así que, hermanos míos, amados y deseados, gozo y corona mía, ¡manténganse firmes en el Señor, amados!

Ruego a Evodia y a Síntique, que se pongan de acuerdo en el Señor.También a ti, mi compañero fiel, te ruego que ayudes a éstas que lucharon conmigo en el evangelio, junto con Clemente y mis otros colaboradores, cuyos nombres están en el libro de la vida.

Regocíjense en el Señor siempre. Y otra vez les digo, ¡regocíjense!Que la gentileza de ustedes sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. No se preocupen por nada. Que sus peticiones sean conocidas delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias, Y que la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guarde sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.

Por lo demás, hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, en todo lo honesto, en todo lo justo, en todo lo puro, en todo lo amable, en todo lo que es digno de alabanza; si hay en ello alguna virtud, si hay algo que admirar, piensen en ello. Lo que ustedes aprendieron y recibieron de mí; lo que de mí vieron y oyeron, pónganlo por obra, y el Dios de paz estará con ustedes.

Reflexión pastoral:

Pablo habla a la comunidad de Filipos, para invitarlos a mantenerse firmes en el Señor, resolver los conflictos que están pendientes de atención y dar en paz testimonio de lo que han recibido.  Es un mensaje puntual que atraviesa la historia de la cristiandad para llegar a nuestros oídos y movernos en el camino de transformación que realizamos con la gracia de Dios y la fuerza de su Espíritu en Cristo Jesús.

No hay por qué temer, no hay razón para no seguir coherentemente el ejemplo y las enseñanzas del Maestro, aun cuando esto signifique vivir la experiencia de la cruz: ¡esta es la vida verdadera, la que tiene sentido!  Por eso Pablo pide que se piense en todo lo que es verdadero, honesto, justo, puro, amable, digno de alabanza, esto con el ánimo de ocuparnos en lo que vale la pena ante Dios y no preocuparnos por los asuntos del mundo que en nada contribuyen a nuestra salvación y nos distraen del amor y misericordia de nuestro Padre.

Es claro que el mundo busca llenarnos de cargas y angustia, para alejar nuestros ojos y corazón del Señor, mas por gracia hemos sido redimidos y la vida que nos ha sido otorgada trasciende al mundo mismo, con todo y sus fantasías de bienestar y éxito.  Hoy te invito a sentir la fuerza del Espíritu obrando en ti, a dar testimonio del amor del Señor y hacerte discípulo/a auténtico/a de Cristo, sirviendo a tus hermanos/as, poniendo el corazón en todo lo que haces y haciendo todo como para Dios, quien cuida de ti y no te abandona, pues es fiel.  No importa dónde nos lleve el camino, si vamos con el Señor: ¡Él es el Camino! y nos conduce a la perfecta paz y la vida en plenitud… lo importante es no cansarse de caminar y seguir sirviéndole en toda criatura de la que nos hacemos prójimo, en el lugar donde nos encontremos, con los recursos con que contemos, poniendo nuestra vida plenamente al servicio del Reino.

Cierto es que en ocasiones, tomamos decisiones que no se corresponden con lo que Dios quiere, pues desde nuestra soberbia creemos que su voluntad se debe ajustar a la nuestra, mas Él mismo, nos lleva a descubrir, que nuestros caminos no son sus caminos y que, si encomendamos a Él todos nuestros proyectos, su voluntad se irá manifestando de modo tal que veremos que la nuestra, finalmente, se adecúa a la suya, se corresponde, pues nos es dado el discernimiento y nuestras decisiones, fruto del don de Dios y de la confianza en su voluntad, aunque desconcierten al mundo, nos traerán paz.  El libro de los proverbios enseña “Confía en el Señor de todo corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus sendas.” (Prov 3:5-6) Es así como Dios nos permite actuar con discernimiento, si oramos y nos abandonamos a su misericordia, si le clamamos con el corazón y estamos dispuestos a dejar que Él obre.  Él escucha nuestra oración, responde a nuestra súplica y nos hace ver su voluntad, nos muestra sus caminos.

Mi deseo este día es que pongas el sentir de tu corazón en manos del Señor, que con absoluta confianza le encomiendes las situaciones que te tienen viviendo en angustia y te roban la paz y tengas la apertura para escuchar su voz, recibir su bendición y acoger plenamente su voluntad.  Yo lo he hecho y por eso, el camino a seguir, se me ha ido despejando y con la claridad que produce la verdad y la luz de Dios, puedo reanudar la marcha, firme en el Señor, aunque tenga que dejar los proyectos actuales, pues escuché la voz del Señor diciéndome, como te dice a ti hoy: “Yo soy el Señor, tu Dios, que te sostiene por la mano derecha y te dice: «No tengas miedo, que yo te ayudo».” (Isaías 41:13). ¿Comprendes? Es claro que el camino continúa, y aunque parezca alejarnos, más adelante nos llevará a reencontrarnos, si es que vamos con Él, con quien nos lleva de la mano.

Bendecido recorrido por la vida, ten junto a los que son del Señor. Y, parafraseando a San Pablo, que la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guarde tu corazón y tus pensamientos en Cristo Jesús.

Rev. Nelson Fernando Celis Ángel, 15 de octubre de 2017

ENCIENDE UNA LUZ: 24 EMISIÓN TERCERA TEMPORADA “ALIMENTOS Y SEMILLAS”


Vigésimo cuarto programa de la tercera temporada de “Enciende una Luz”, del 12 de octubre de 2017, sobre “Semana de acción de las iglesias por los alimentos: soberanía alimentaria y semillas”.  Programa #86 desde el inicio del espacio.

Invitados: Red de semillas libres (Dana Jaimes) y productores (Luz Dary Díaz, Mercado de los pueblos y Julian Santa, Ambiente Tabanoy)

Con el Rev.  Nelson Celis.

NOS REGOCIJAMOS EN TI, SEÑOR


Yo me regocijaré grandemente en el Señor; mi alma se alegrará en mi Dios. Porque él me revistió de salvación; me rodeó con un manto de justicia; ¡me atavió como a un novio!, ¡me adornó con joyas, como a una novia! (Isaías 61:10)

Bienaventurados ustedes los que ahora tienen hambre, porque serán saciados. Bienaventurados ustedes los que ahora lloran, porque reirán. (Lucas 6:21)

Señor, contigo no carecemos de nada, tú nos ornas con tu gracia y alegras nuestro corazón. Este día queremos encomendarte nuestros proyectos, queremos que seas tú disponiéndolo todo para que nada de lo que hagamos nos aparte de ti, sino que antes bien seamos fieles a tu voluntad, que es buena para todos.

Ponemos también en tus manos, Señor, a aquellos que están pasando por situaciones difíciles, quienes están enfermos, tristes o angustiados, quienes están abandonados o desprotegidos, quienes pasan hambre o no gozan de una alimentación adecuada, en general, a todos aquellos que hoy están tristes y lloran, pero que, sabemos, sólo en ti hallarán consuelo y respuesta a su clamor: ayúdalos, Señor, y haz que por medio nuestro vean obrar en su vida tu misericordia, sientan tu amor, se renueven en la esperanza de un Dios que les ama y no les abandona; que sean saciadas todas las criaturas, que rían plenas de gozo en tu presencia, que sean adornadas con el esplendor de tu gracia.

Como hijas e hijos tuyos, te pedimos que nos hagas, dignos testigos y servidores de tu reino, con el ejemplo de Jesús, quien pasó por el mundo en actitud de servicio, sanando a los enfermos, redignificando a los excluidos y marginados, enseñando la verdad que conduce a ti, perdonando los pecados a quienes se arrepentían y a todos nos concedió la redención y nos dejó el Espíritu Santo, del maestro de Nazareth somos discípulos y en su nombre oramos.  Amén.

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Rev. Nelson Celis

 

ERES NUESTRA ESPERANZA, SEÑOR


Sólo yo sé los planes que tengo para ustedes. -Dice el Señor-. Son planes para su bien, y no para su mal, para que tengan un futuro lleno de esperanza. (Jeremías 29:11)

Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los no judíos, y que es Cristo en ustedes, la esperanza de gloria. Nosotros anunciamos a Cristo, y amonestamos y enseñamos a todo el mundo en toda sabiduría, a fin de presentar perfecta en Cristo Jesús a toda la humanidad. (Colosenses 1:27-28)

Señor, en ti esperamos: tú has manifestado tu voluntad, para que vivamos conforme a ella, con el propósito de que tengamos un futuro pleno de esperanza y esto nos llena de gozo y confianza en tu obra.  Nuestro deseo es servirte dignamente, en aquellos que necesitan apoyo, quienes buscan de ti en su prójimo: fortalécenos para la misión a la que nos has llamado y acompaña nuestro ministerio para que en todo demos cuenta de ti.  Queremos anunciar a Cristo con nuestros actos y obrar a su modo, siendo solidarios y compasivos para con quienes sufren, son excluidos o pasan necesidad.  No queremos estar ciegos ante el dolor de tus criaturas, ni pasar de largo ante los menesterosos del mundo, por eso te pedimos que nos inspires siempre el gesto y la palabra oportuna frente a nuestros hermanos necesitados y en nuestro corazón esté el querer ser imitadores de tu Hijo.

Hoy ponemos ante tu presencia lo que somos y tenemos, esperando vivir plenamente los valores de tu Reino con el mismo amor con que nos colmas, movidos por tu gracia, llenos de tu Espíritu: ayúdanos a ser tus dignos testigos, unidos a todos tus hijos e hijas, nuestros hermanos, discípulos de aquél que como maestro nos enseñó el camino mejor y nos conduce a través suyo hacia ti, por medio de la Verdad, Jesucristo, nuestro modelo y ejemplo, nuestro amado redentor.  Amén.

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Rev. Nelson Celis

NO ESTÁS LEJOS DE NOSOTROS, SEÑOR


Los marinos, que conocen el mar, con sus naves comercian en muchos lugares. Allí, en lo profundo del mar, han visto las maravillosas obras del Señor. ¡Alabemos la misericordia del Señor, y sus grandes hechos en favor de los mortales! (Salmo 107:23-24, 31)

Lo cierto es que él [el Señor] no está lejos de cada uno de nosotros. (Hechos 17:27 b)

Señor, en ocasiones puede parecernos que estás distante, pues mucho de lo que acontece escapa a nuestra comprensión y a lo que esperamos de ti, ya que no somos aún plenamente conscientes de tu amor por la humanidad y de las grandes cosas que has hecho por nosotros.

Hoy queremos pedirte, Señor, discernimiento para poder obrar siempre el bien, paz, para sentir tu presencia incluso en medio de nuestras dificultades y un gran corazón para ser compasivos, al modo de Jesús, con nuestro prójimo: queremos de este modo aprender a descubrirte presente y cercano a cada momento, en cada instante de nuestra vida.

Tú nos recuerdas que estás cerca, que nos cuidas y velas por nuestro bienestar, que en ti podemos reposar y contigo hemos de caminar para ver tu misericordia manifestarse en cada criatura y gozarnos en tu Reino con la herencia prometida.  Mueve nuestra existencia, con la fuerza de tu Espíritu, para que demos los frutos que esperas y vivamos fielmente tu voluntad, dando testimonio de tu amor y sirviendo en el otro como dignos hijos tuyos.  Permítenos ver tu gloria al final de los tiempos y anticiparla en el presente con tu gracia por medio de nuestros actos como nacidos de nuevo, por el agua y el Espíritu.  Nos entregamos, pues, a ti Padre misericordioso, sabiendo que por tu amor maternal hemos sido redimidos gracias a Aquél que entregó por nosotros su vida en la cruz y nos abrió las puertas del Reino con su resurrección, Jesucristo nuestro amado redentor.  Amén.

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Rev. Nelson Celis

ES NECESARIO OBEDECERTE ANTES A TI, SEÑOR QUE AL «MUNDO»


Pero al fin del tiempo yo, Nabucodonosor, levanté los ojos al cielo y recobré la razón. Bendije entonces al Altísimo; alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y cuyo reino permanece por todas las edades. (Daniel 4:34)

Pedro y los apóstoles respondieron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. (Hechos 5:29)

Nuestro buen Dios, Padre / madre: plenos de ti, sabemos que no hay buen vivir, fuera de tu gracia.  Somos conscientes de la distancia que hemos generado contigo a causa de nuestra necedad, pero queremos superarla, acercarnos más y dejar que tú te acerques.  El mundo está ensordecido y no escucha tu Palabra, los corazones se endurecieron y no viven tu ley y la iglesia misma, te profesa de labios para afuera, pero su corazón está lejos de ti. ¿Cómo hacer para retornar a la fuente? ¿cómo hacer para vivir por tu Espíritu y dejar que sea quien nos mueva?

Ayúdanos, Señor, a retomar la senda, a enderezar nuestros pasos, a caminar contigo y hacia ti, obedeciendo tus preceptos. Toca los corazones de quienes se hacen llamar cristianos, para que lo sean en realidad: que podamos asumir en verdad que el cumplimiento de la ley es el amor, que quien ama, ha cumplido la ley y este es tu mandato principal, amar.

Hoy te pido, Señor que los creyentes se empeñen en tu obra, que se abran más comedores comunitarios, hogares para desprotegidos y abandonados, escuelas para la vida y dignos centros médicos y no tantas iglesias.  Que podamos reunirnos para resolver los conflictos, celebrar la vida, aprender de la sabiduría que nos das y compartir el alimento, celebrando menos cultos sintéticos y más actos de amor en comunidad.

Permite, Señor, que quienes hemos dedicado la vida a tu servicio, podamos dar testimonio de lo que has hecho en nosotros y anunciar tu Evangelio a la par que realizamos acciones transformadoras emanadas de él, que atraigan más personas hacia ti, con sinceridad y amor cambiando sus vidas, sanando sus heridas, devolviendo la esperanza, fortaleciendo la fe.

Ponemos nuestro trabajo cotidiano en tu presencia, para que todo cuanto realicemos dé cuenta de tu gracia, en el nombre de tu Hijo, Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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Rev. Nelson Celis

 

 

 

EN TU TIEMPO, SEÑOR, EN TU TIEMPO


Todo tiene su tiempo. Hay un momento bajo el cielo para toda actividad. (Eclesiastés 3:1)

Mientras éstos se alejaban de Jesús, Pedro dijo: «Maestro, ¡qué bueno es para nosotros estar aquí! Vamos a hacer tres cobertizos; uno para ti, otro para Moisés, y otro para Elías.» Pero no sabía lo que decía. (Lucas 9:33)

Señor, gracias te damos en este día, por permitirnos estar en pie, aun cuando muchos se sienten vencidos por sus problemas; gracias por levantarnos con una sonrisa, al saber que gozamos de la vida incluso con todos los desafíos que nos presenta.  Hoy estamos dispuestos a asumir la tarea de ser mejores personas, de relacionarnos adecuadamente con todos los seres, de cuidar nuestro entorno para que la vida siga floreciendo.  Perdona nuestra conducta inapropiada, pues aun sabiendo que de la naturaleza depende nuestra existencia, la hemos deteriorado, poniéndola en el límite de la desolación, de la muerte: ayúdanos a reestablecer el vínculo de amor con toda tu creación, a sentirnos parte de ella y no sus dueños.

Tú nos recuerdas que todo tiene su tiempo, por ello queremos aprender a confiar en ti, en tu voluntad y a no desesperarnos, cuando no entendamos lo que sucede.  Queremos vivir conforme a tu deseo y poder restaurar de tal modo nuestra casa común, que toda criatura pueda siempre decir “qué bueno es para nosotros estar aquí”. Queremos ver tu rostro en las maravillas de la obra de tus manos, aprendiendo a respetarla y cuidarla, garantizando así nuestra pervivencia y el alimento suficiente para todos los que comparten la vida en esta tierra.

Ponemos en tus manos nuestro trabajo cotidiano, nuestro esfuerzo y fatigas, pero ante todo nuestro amor y la vida misma que nos has concedido vivir: haznos testigos de tu evangelio, servidores de tu reino, verdaderos discípulos de Aquél en cuyo nombre oramos: Jesucristo, nuestro Señor.  Amén.

Rev. Nelson Celis

TÚ NOS AYUDAS Y NOS RECONCILIAS, SEÑOR


¡Fíjense bien! Dios el Señor es quien me ayuda; ¿quién puede condenarme? Fíjense y verán que todos ellos se envejecerán como la ropa; ¡serán carcomidos por la polilla! (Isaías 50:9)

Y no sólo esto, sino que también nos regocijamos en Dios por nuestro Señor Jesucristo, por quien ahora hemos recibido la reconciliación. (Romanos 5:11)

Señor, Dios, que nos ayudas, estamos agradecidos contigo por la reconciliación obrada por Cristo, con su sangre: nosotros, presa del pecado, nos apartamos de ti y no damos testimonio de ser tus hijas e hijos, mas por tu infinita misericordia, has querido que nuestra deuda fuera pagada, reconciliándonos así contigo y disponiendo nuestra vida para que te sirvamos en fidelidad como agentes de transformación en el mundo, emisarios de la paz, trabajadores de la justicia, ayudados con tu Espíritu.

El mundo clama con dolor que la violencia cese, que los corazones violentos sean pacificados, que los opresores depuestos del poder y que para toda la creación sea finalmente la paz.  Señor, sólo tú puedes responder a este clamor, sólo tú puedes hacer nuevas todas las cosas, sólo tú puedes establecer definitivamente tu reino de justicia y amor, ¿cómo hacer para ya disfrutarlo? ¿cómo mover al ser humano al arrepentimiento y la conversión? ¿cómo hacer ver tu rostro de Padre para quienes han perdido la esperanza y han caído en el juego desenfrenado de los perversos?  Ayúdanos Señor, para que cuantos creemos en ti y sabemos de tu fidelidad, podamos llevar la buena nueva de la Salvación en Jesucristo a todos los pueblos, pero no como un discurso elevado o moralista, sino como una práctica apetecible, sosegada, vital y transformadora, como es el ministerio de Cristo entre nosotros.

Que tu Espíritu nos siga moviendo, oh Señor, para que veamos el mundo con tus ojos y nos hagamos Evangelio vivo en el contexto en el que nos movemos.  Cada una de nuestras acciones dé cuenta de ti, cada una de nuestras palabras hable de tu amor, que la esperanza resurja y con el corazón en nuestras manos sirvamos al prójimo excluido, al prójimo pobre, al prójimo angustiado, al prójimo desesperado, al prójimo menesteroso, al prójimo olvidado, al prójimo recluido, al prójimo cautivo, al prójimo que te ha olvidado.

Ponemos en tus manos nuestro ser y en comunión contigo, ofrendamos nuestra vida por el reino, en el nombre de Cristo Jesús, nuestro salvador. Amén.

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Rev. Nelson Celis

 

GRACIAS POR TU FIDELIDAD, SEÑOR


Dios nuestro, lo oímos con nuestros oídos, y nuestros padres nos lo contaron: ¡las grandes proezas que, en su favor, realizaste en los días de antaño! (Salmo 44:1)

¿Y qué más puedo decir? Tiempo me faltaría para hablar de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas, que por la fe conquistaron reinos, impartieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, escaparon del filo de la espada, sacaron fuerzas de flaqueza, llegaron a ser poderosos en batallas y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. (Hebreos 11:32-34)

Oh, Señor, nos sentimos honrados por tu presencia en medio de tu pueblo: no te has distanciado nunca y, como en la antigüedad, sigues mostrándonos tu fidelidad y misericordia que son eternas.  Nosotros somos inconstantes, fuimos separados por el bautismo para una vida nueva en ti, pero al crecer lo olvidamos y terminamos apartándonos de tu voluntad.  Constantemente nos llamas al servicio del Reino por medio del grito de los pobres, excluidos y oprimidos, pero no te oímos, o sencillamente no respondemos.  Tú no te cansas de buscarnos y repetir nuestro nombre, mas el mundo nos ensordece y nos sume en tinieblas que nos impiden verte: ¡no ceses de ir tras nosotros, pues solos no podríamos llegar ante ti! ¡Te necesitamos, Dios de amor!

Somos conscientes de que somos inestables, no nos comprometemos con la iglesia, no somos solidarios con nuestro prójimo y pocas veces sentimos compasión: la televisión y la internet nos han captado para “narcotizarnos”, la música de las “sirenas” del mundo perdido y corrompido, ha poseído nuestros cuerpos, ha borrado la sensatez de nuestras mentes y nos induce al desenfreno, al irrespeto por el otro, al deseo sucio de la complacencia sin límite.  Nos volvimos cómplices de los corruptos, pues nos tienta su estilo de vida y su poder económico, por eso callamos, por eso accedemos a sus pretensiones, por eso normalizamos su proceder pecaminoso que contradice tu voluntad.  Desde las pequeñas cosas se descubre nuestra falta de ti, Señor, y no porque no estés, sino porque no queremos aceptarte, porque nos falta valor para asumir tu proyecto del Reino, porque somos facilistas y le huimos a la cruz, aun cuando fue vencida por Cristo, nos sigue intimidando la muerte y es que espiritualmente estamos ya muertos.

Ayúdanos Señor, a vivir el Evangelio, ayúdanos a confiar sólo en ti, ayúdanos a ser coherentes con el Espíritu que nos fue dado y con esa gracia de la que nos colmas.  Muévenos a hacer que nuestra fe sea activa, que dé cuenta de tu amor por medio del servicio, que no nos cueste ser tus hijas e hijos y podamos gozarnos en la vida plena abundante y la paz que nos has legado.  Ponemos nuestra miseria ante ti, para que en tu misericordia nos levantes y hagas dignos de la redención que nos has concedido en Cristo, tu Hijo, nuestro salvador.  Amén.

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Rev. Nelson Celis

GRACIAS POR LLAMARNOS A TU SERVICIO, SEÑOR


Los que reunió desde lejanas tierras, del oriente y del occidente, del norte y del sur.¡Alabemos la misericordia del Señor y sus grandes hechos en favor de los mortales! (Salmo 107:3.8)

Porque al Padre le agradó que en él habitara toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, tanto las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz. (Colosenses 1:19-20)

Amado Señor, en cumplir tu voluntad está nuestro gozo.  Ayúdanos, Padre, a llevar una vida ejemplar que nos permita dar cuenta de tu misericordia por nosotros y de tu gracia; que estemos siempre dispuestos para el servicio y no dudemos en amar sin límite, al modo tuyo.

Te ofrecemos todos nuestros actos este día y nos reafirmamos en el compromiso de ser tus hijas e hijos en dignidad, sirviéndote sólo a ti y trabajando en las cosas del Reino. Fortalécenos y anímanos en el nombre de tu Hijo Jesucristo, nuestro Señor.  Amén.

Rev. Nelson Celis